jueves, 19 de noviembre de 2009

Las cosas en su sitio.

Y Shaolin en el que nosotros decidamos beber cerveza.

Porque cuando una noche en la calle La Bola viene ella y te regala un pollo asado con patatas fritas no sabes si morir del susto o de la indigestión.

Por ello y con la esperanza de que el milagro se repitiese, por algún tipo de razón que escapa a mi entendimiento, oramos:

Padre chino que estás en el limbo,
traenos un pollo yo te lo pido,
que esté asado, pero no sea robado,
un, dos, tres, cuatro.


L.

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